Hace ya mucho que no escribo, no es por falta de argumentos, es que ya parece que ni escribiendo puedo dejar de pensar o liberar todo lo que llevo dentro.
He vuelto a mis viejas costumbres, a disfrutar más del sueño que del despertar, cada noche cierro los ojos sabiendo que una aventura me espera, miedo, amor, incluso dolor, pero no deja de ser una aventura inesperada mientras que el día a día es siempre igual, apático y sin emoción. Espero la noche con la ilusión de ver que me deparará mi inconsciente, que no deja de sorprenderme, trayendo a mi memoria personas y lugares que ya no están y haciéndome descubrir lo que realmente anelo y aquello que tanto añoro.
Sigo sola en el camino de la vida, mientras que en mis sueños aparecen heroes de vidas pasadas que me alivian y perturban a la vez. Un alivio en el sueño y una perturbación en el despertar.
Los sueños me ayudan a darme cuenta que dentro de mi todavia hay vida, que en mi interior hay esperanzas, hay sueños , hay deseos. Dentro de mi hay una gran parte durmiente que no vuelve a despertar.
Vuelvo a sentirme perdida, vuelvo a sentir que en algún momento me salí de mi camino y no puedo volverlo a encontrar.
Los días pasan, los meses, los años, ya no soy ninguna niña y el reloj vuela sin que lo pueda parar. Y no es cuestión de parar el tiempo, me digo, es cuestión de disfrutar del tiempo que se nos da.
Recuerdo sonrisas del pasado, recuerdo momentos que se fueron, recuerdo y recuerdo con todo mi pesar, que algunos prefieren vivir en el pasado pero a mi no me dejan de atormentar.
Memoria que me tortura. recuerdos que se van, deseos que no llegan y pesares que vuelven sin cesar.

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