¡Prepárate para adentrarte en un viaje de pasión y erotismo con "La Historia de Luis y Sara"! En mi primer relato para adultos, te invito a explorar el intenso y apasionado romance entre estos dos personajes. Con una narrativa seductora y envolvente, este relato promete despertar tus sentidos y llevar tu imaginación a nuevos límites. ¡No te pierdas esta experiencia única que estoy seguro encantará a mis seguidores mayores de 18 años!
Mi historia con Luis comenzó hace muchos años, él era amigo
de mi novio, no de sus mejores amigos, pero sí de su círculo cercano. Él era un
chico educado y tal vez algo callado, que disfrutaba haciendo rutas con su moto
deportiva, destacando en su manera de conducir. Siempre guardaba cierta
distancia conmigo, salvo en sus besos de despedida, que siempre me los daba en
la comisura de los labios.
El tiempo pasó y mi novio se convirtió en ex, pero Luis
nunca dejó de escribirme, de mandarme mensajes, de preguntarme como estaba. Como
en otras ocasiones, me mandó un mensaje preguntándome cómo estaba, que si me
apetecía tomarme un café con él ya que hacía mucho que no nos veíamos...
Esta vez quería preguntarle el porqué de aquellos besos que
en ocasiones habían turbado mi mente. Había pasado ya mucho tiempo, esperaba
que ahora pudiese resolver las preguntas que antes no me atreví a realizarle.
Era una tarde de verano así que aproveche para provocarle
un poco. Me puse un precioso vestido de lino casi transparente, que se ajustaba
a mi figura y que dejaba entrever parte de mis encantos. Poco quedaba para la
imaginación.
Llegué a la cafetería donde él ya estaba esperándome y su
reacción fue inmediata, no podía quitar los ojos de aquel vestido o de lo que
se vislumbraba tras él.
Luis dio un respingo de su silla poniéndose en pie,
nervioso, para acercarse a darme dos besos.
Su cara lo decía todo, la magia de aquel vestido me daba
todas las respuestas.
Pasamos algunas horas charlando, poniéndonos al día. Me
contó sobre los distintos viajes que había hecho con los amigos, los circuitos
en los que habían estado con las motos... Pero daba igual el tema, no podía
apartar la mirada de mi escote, de mi vestido mágico.
Ya habíamos roto el hielo y ya había visto su primera
reacción, solo me quedaba hacer la pregunta que me había llevado allí.
- Luis creo que conozco la respuesta, pero... ¿Desde cuándo
te pongo y porqué yo? - Se puso nervioso y el rubor comenzó a surgir en sus
mejillas. Me encantó su reacción, Luis no podía imaginar que fuera a hacerle
aquella pregunta.
-No puedo negar lo evidente, y ese vestido te lo has puesto
a traición. Tú siempre me has puesto Sara, desde la primera vez que te vi he
sentido un impulso que nunca ha cesado.
-Pero tienes novia- le recordé, aunque no la había
mencionado en toda la tarde.
- Sí y antes tú tenías novio y eso nunca impidió que me
pusieras, ni siquiera siendo amigo mío... Yo quiero a mi novia Sara, pero tú
siempre has estado ahí, incluso antes que ella.
Aquello era más que una confesión, era la declaración de un
deseo que tenía intención de cumplir.
Nos quedamos un momento en silencio asimilando lo dicho...
Retomamos la superflua conversación anterior y un poco después nos despedimos y
nos fuimos cada uno a su casa.
No pude evitar seguir con el tema en mi cabeza, pensé que
podríamos experimentar un poco, ya somos mayores, con las cosas claras ¿Qué mal
hay en ello?
No tenía claro cómo iba a reaccionar mi propio cuerpo
después de tanto tiempo, así que le mandé un mensaje. Ya era bastante tarde,
pensé que estaría durmiendo.
"- Quiero pedirte algo, después de eso no voy a poner
impedimentos a nada de lo que pueda pasar entre nosotros"
Pero su respuesta no
tardó en llegar …
"- Pídeme lo que quieras"
Uffff! Me encanto su respuesta, breve, clara y sin dudar,
esa seguridad me ponía cachonda no podía evitarlo.
"- Quiero un beso y una buena vuelta en moto, aunque
no tiene que ser en ese orden... ¿Te
parece bien? "
"-Dime dónde y cuándo, no voy a faltar a esa
cita"
-Ahora confiesa, dime toda la verdad el otro día cuando te
pregunté evadiste mi pregunta.
- ¿Pregunta? no sé a qué te refieres, pero vuelve a
preguntar a ver qué pasa
- ¿Desde cuándo y por qué?
¿Por qué yo? -pregunté avergonzada.
- ¿Has esperado hasta este momento para volver a preguntarme,
querías pillarme con las defensas bajas? - se acercó a mí con una sonrisa,
cogió mi sonrojada carita y la levantó suavemente con sus manos hasta que pudo
clavar su mirada en la mía.
- ¿Desde cuándo y por qué? ¿Esas son tus preguntas? -
deslizando sus dedos por mi mejilla se decidió responder.
- Sí que tienes razón en que el otro día no respondí a tus
preguntas. Podría decir que ambas se pueden contestar casi de la misma manera.
- continuó explicando mientras no dejaba de mirarme a los ojos - Porque eres
como un rayo de sol, no había nada antes de que tú llegaras, estaba ciego, el
mundo se mecía en las tinieblas, pero tú llegaste para alumbrarme con tu
presencia, no necesite mucho para poder ver la luz que desprendes con tu
sonrisa, la alegría que contagias con el brillo de esos ojos que nunca podré
olvidar. ¿Cuándo sucedió me preguntas? desde siempre, toda mi vida, porque no
tenía vida antes de que tú entrases en ella.
Apartándome un poco volví a retirarle la mirada.
- Siempre he sabido que algo pasaba -le respondí - durante
todos estos años nunca te has salido de tu papel de amigo, aunque siempre te han
delatado los besos.
-Mis besos no tienen nada especial, además has sido tú la
que me ha pedido un beso para empezar con todo esto- señaló, con una sonrisa,
la desecha cama en la que nos encontrábamos.
- Un beso tiene mucho de especial - repliqué - un beso es
como una puerta que se abre, que te lleva al interior de una persona, por eso
te pedí un beso, un beso intenso y sincero que me demostrara que realmente has
venido a dar lo mejor de ti, que toda esa larga espera ha llegado a su final y
vas a hacer todo lo posible porque esta noche nunca termine...
- Me parecía que incluso tenías prisa porque esto pasara - me
cortó entre risas antes de dejarme continuar.
-... Pero no te equivoques, yo ya no soy la de antes, yo
soy una sombra de aquello que fui, mi luz ya no brilla como estrella y mi
sonrisa no es lo sincera que solía ser. No te puedes hacer una idea de cuántos
años llevo viviendo perdida entre los recuerdos... Cuántas veces, en mi cabeza,
he rememorado aquellas sensaciones que invadieron mi cuerpo, no podrías
entender cuántas noches le he pedido a los dioses poder volver a sentir una
caricia, la calidez de otro cuerpo junto al mío, unos labios como los tuyos
dispuestos a recorrer toda mi piel...
- ¿Así que me necesitas mucho? - preguntó sonriendo.
Con una sonrisa también le respondí.
- Se que tus sentimientos son sinceros, me lo transmites
con tus caricias y tus besos solo hace más que aumentar el calor por todo mi
ser. ¿Durante cuánto lo has estado reprimiendo? Porque creo que tú también me
necesitas a mí.
-Me he limitado a mirarte por diez años, agradecido de
poder verte sonreír, aunque esa sonrisa no fuera por mí. Desde un segundo plano
siempre he podido observarte e irte descubriendo poco a poco siempre
deslumbrado por ti. Tantas veces he querido arrodillarme y declararte de mí
eterna devoción... Me pediste que te diera una vuelta en la moto – yo asentí -
puedes pedirme lo que quieras, siempre has podido hacerlo, pero ahora...
después de esto... soy tuyo. No puedes pedirme que después de haber conocido tu
cuerpo, de haber hecho míos tus gemidos y besos tenga que olvidarlos porque mi
alma no podría aguantar el golpe de tener que volver a soltarte.
- Te advertí que no era buena ¿recuerdas? te advertí que lo
peor vendría si realmente disfrutábamos con esto.
- Hace diez años que mi alma te pertenece ¡pero ahora yo soy
tuyo! ya te lo he dicho, ahora ya me has hecho tuyo por completo. Para mí es
más que suficiente el poder dedicarme a ti, hacerte disfrutar cada segundo que
me permitas estar a tu lado y esforzarme para colmarte de pasión.
- ¿Vas a hacer que vuelva a correrme? – pregunté inocencentemente.
-Voy a hacer que te corras cada día del resto de tu vida,
grites mi nombre como si no existiera nadie más en el planeta y voy a conseguir
que no necesites nunca a nadie más que a mí- al terminar sus palabras, puso su
mano en mi cuello y llevándome hacia el me besó enérgicamente. Mientras que con
la mano derecha me sujetaba junto a él su mano izquierda, revoltosa, se
escurrió entre mis piernas.
- ¿Quieres más? - pregunté sorprendida.
- Acabamos de empezar - sonrió- Tengo diez años que
compensar y demasiado que aprender, así pues, mi maestra, necesito que me
enseñes a hacerte disfrutar como nadie ha logrado hacerlo antes, sólo quiero
ser yo con el que aprendas a dejarte llevar- sus dedos jugueteaban entre mis
muslos y su lengua iba recorriendo mi cuello.
-Mmmmm…
- ¿Esto te gusta verdad? ¡Entre los gemidos y lo mojada que
estas no puedes negarlo! -una sonrisa burlona asomaba a sus labios.
- Mmm… me gusta, sí, me gusta -pude decir entre susurros
mientras que mi cuerpo se iba arqueando poco a poco y cada vez más.
Delicadamente, pero sin dejar de acariciarme, me colocó de
nuevo entre las sábanas revueltas, se tumbó a mi lado volviendo a besarme
suavemente el hombro, poco a poco, deslizando su lengua avanzaba por mi
clavícula y por mi cuello, mientras que con su mano acariciaba mis pechos
deteniéndose a rozarme los pezones con la yema de sus dedos.
- ¡Acuérdate del pendiente! - exclamé - que si te emocionas
todavía duele un poco...
-Si tranquila, no te preocupes - asintió mientras me tocaba
el pezón izquierdo con suavidad, alrededor de las bolitas metálicas del
piercing - ¡Estás llena de sorpresas! -exclamó con una sonrisa- jamás me
hubiera imaginado todo lo que escondes bajo la ropa- señaló, mientras sus manos
se deslizaba hacia mi vientre y avanzaba camino a los muslos- Ni en el mejor de mis sueños podría haber
imaginado los secretos que tienes, si
pareces una niña buena pero bajo la ropa... - su mano se deslizó entre mis
piernas volviendo a acariciarme.
- ¿Y qué me dices de esto que tienes aquí? -entre sus dedos
se encontraban las bolitas del piercing que llevo en el clítoris- ¿Cómo puedes
explicar que una mujer como tú tenga un pendiente aquí y yo llevé 10 años sin
saberlo? - Aumentando ligeramente la intensidad, jugando con las bolitas y
presionándolas contra mi piel, los gemidos comenzaban a invadir la habitación.
-Algo debo hacer bien -dijo entre risas- cada vez que te
toco te mojas más y más...
- ¡No digas eso! -le regañé avergonzada, pero él no cesó en
su tarea provocando que se me fuera desvaneciendo poco a poco la voz.
- ¿Que no diga eso? verás ahora! - de un salto se metió
entre mis piernas y sumergiendo su cara entre mis muslos, comenzó a lamerme. El
calor que desprendía iba a más, mis gemidos escapaban ya sin ningún pudor.
Volvió a colocar su mano para seguir masturbándome sin parar.
Recostándose sobre su costado retomó la conversación.
- Ahora creo que ya es el momento para hacerte yo una
pregunta...
-Ammmmmm...
- Aceptaré tu gemido como un sí... ¿cuéntame una vuelta en
moto? - su mano seguía entre mis piernas, con sus dedos iba recorriendo mis
labios y jugando con el botón de mi clítoris.
-Mmm... síiiii...me gustan las motos… la sensación de ir en
una... es lo más parecido a un orgasmo...mmmm… - pude responder
entrecortadamente. Mi cara se enrojeció algo más de lo que ya estaba. Luis se
dio cuenta y se acercó, susurrando me dijo
- ¿Así que como un orgasmo...?
-Es, es, un poco como el sexo…- interrumpí - dos cuerpos
que se mueven juntos, pegados el uno al otro, llenos de adrenalina y tensión...
mmm… - me cortaba con los gemidos.
Sus dedos se encontraban rozando la muy húmeda y caliente
entrada de mi vagina cuando él preguntó
- ¿Cuánto te ha gustado nuestra vuelta en moto? para ser la
primera claro está- no había terminado la frase cuando ya había introducido el
dedo índice y corazón de su mano por la mullida abertura, comenzaba a moverlos
en círculos cuando continuó - ¿Dime, te ha gustado cuando al colocarte con las
manos en el depósito has notado que ya estaba empalmado o prefieres cuando tras
un buen par de acelerones he recorrido mi mano por tu muslo desnudo?-preguntaba
acelerando más y más el ritmo de su mano y sus dedos en mi coño - quiero que
sepas que yo he ido empalmado todo el trayecto, solo de pensar que te tenía
pegada a mí espalda y rodeándome con tus piernas... no sé por qué no lo
habíamos hecho antes.
Mi cuerpo se retorcía más y más, no pudiendo articular ya
ni palabra, cada vez que recordaba la moto... esa vuelta tan esperada... me
recorría un escalofrío por todo el cuerpo, pero al añadirle el gran trabajo que
estaba realizando Luis con sus dedos.... aquello estaba fuera del siempre
placer.
-Quiero que me hagas tuya- le pedí entre gemidos
-Como ordene mi señora- se inclinó con una leve reverencia-
yo estoy aquí para lo que me pida- colocándose entre mis piernas y separándolas
un poco, comenzó a acariciarme el clítoris con el pulgar, mientras que con la
otra mano acariciaba mi pierna.
-Pero esta vez voy a serle un poco desobediente... hasta
que no me suplique que la folle no voy a parar de torturarla. - y terminando
estas palabras se inclinó, sin dejar de jugar con su piercing comenzó a lamerme
el coño, su lengua era ágil, sabia cuales eran los mejores puntos en los que
centrarse, consiguiendo que perdiese todo el control.
Cogiéndole del pelo y acercándole a mi le dije muy seria -
¡Métemela ya! – mi cuerpo no podía aguantar más, sentía que mi interior
palpitaba esperando recibir aquel duro miembro.
-Sí mi señora- no dijo nada más, no hacía falta, yo no iba
a suplicar como las demás que conocía, él lo sabía.
Con ayuda de su mano colocó su pene en la entrada de aquel
agujero que tanto le esperaba, comenzó a frotarla suavemente y rodear aquella
zona sin llegar a entrar en ella. Tan distraído estaba jugueteando, que de un
movimiento de cadera conseguí que se colara dentro de golpe.
-Ahhhh!!!- ambos gemidos se entrelazaron.
Nuestros cuerpos ya eran uno y podíamos sentir un fuego
abrasador bullendo en mis entrañas.
-Voy a follarte hasta que te olvides que hay alguien más en
este mundo, solo eres para mi - decía entre gemidos mientras metía y sacaba la
polla una y otra vez - no voy a renunciar a ti, ahora ya nunca podré hacerlo
-su cadera no dejaba de moverse se había inclinado sobre mi pecho, podía notar
su respiración entrecortada - ahora eres mía- susurró sobre mis labios,
mientras clavaba con más fuerza su miembro dentro de mi.
Yo podía sentir su peso sobre mi pecho, su sudor mezclado
con el mío, no era consciente de cuánto había echado aquello de menos.
- ¡Soy tuya! -exclamé sobre excitada - ¡Hazme tuya una y
otra vez! ¡Lléname con tu calidez hasta lo más profundo de mi ser!
- ¿Quieres que me corra dentro? - con cara de duda me hizo
la pregunta, aunque debió excitarle bastante, ya que su polla se hinchó casi al
punto de estallar.
-Quiero sentirte tan dentro como puedas llegar, estoy a
punto de correrme si quieres podemos hacerlo juntos.
- Si, mi señora -con estas palabras comenzó a moverse a más
velocidad, su mano se deslizó y empezó a acariciarme de nuevo el clítoris mis
gemidos eran gritos de puro placer.
Pese a haberse revigorizado, sabíamos que aquello no iba a
aguantar mucho más, Luis sentía un cosquilleo desde sus pelotas que le avisaba
que aquello iba a explotar.
El escalofrío se convirtió en palpitaciones indicando la
llegada de aquella corriente colosal de semen que lo iba rellenando todo. Los
gritos de gozo y liberación llenaron el ambiente, la respiración a mil y los
corazones que se nos salían del pecho…

No hay comentarios:
Publicar un comentario